Es muy conocida una predicación de un predicador neopentecostal que tuvo un curioso mensaje que, parafraseado, sería algo así: “Los hijos del león son leoncitos, entonces si Dios es nuestro Padre y nosotros somos sus hijos, somos diositos”. Si bien este es un ejemplo bastante extremo, tocando un punto máximo de herejía, algo de ello se ha predicado bajo un sutil y mal interpretado concepto en muchas iglesias. Me refiero al concepto de la pertenencia al linaje real. Dicho término es tomado del conocido versículo de 1 Pedro 2:9, el cual ha servido como un consuelo, pero que también ha fomentado una actitud egocéntrica y antropocentrista que ha generado tanto discriminación como soberbia entre cristianos y no creyentes, explotando una excesiva autoestima. Pero ¿realmente significa eso el pasaje?
1 Pedro 2:9
Existe una constante tendencia a fragmentar versículos y tomar solo aquello que sirve a la propia conveniencia, sin considerar el mensaje completo. Este pasaje no es la excepción. Se da mayor peso al sentido de pertenencia que a la responsabilidad con la que concluye el versículo. He escuchado a varios hermanos en consejería citar este pasaje para animar a quienes atraviesan problemas de baja autoestima. No importa si se trata de hombre o mujer, las frases suelen ser: “eres príncipe de Dios, eres princesa de Dios”. Puede decirse que la intención es buena, sin embargo, no es justificación para mutilar la Palabra.
En este versículo podemos ver grandes aspectos del evangelio. En primer lugar, confirma y afirma el precio pagado en la cruz por nuestro Señor Jesús, así como la seguridad de este hecho y, como consecuencia, la adopción por parte del Padre: “sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios”. En segundo lugar, aparece la responsabilidad: “para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. Esto hace referencia a Mateo 28:19 que, en resumen, indica que una vez adquirida la adopción (bajo un proceso gradual de crecimiento espiritual), la responsabilidad es llevar el evangelio a todo el mundo y, aún más, a los necesitados.
Ya analizado el pasaje, en ningún momento se menciona una superioridad adquirida para saciar hambre de poder o reconocimiento que sirva para lastimar, humillar o hacer acepción de personas. Se trata, más bien, de un llamado a reconocer la necesidad de salvación, ya que el hombre nunca podría salvarse por sí solo.
Apocalipsis 5:10
Un pasaje sumamente corto, pero que suele limitarse a un contexto fuera de su propio contexto. Si bien todo el libro de Apocalipsis ha sido víctima de muchos debates por su compleja interpretación, en este pasaje no es necesario un gran conocimiento teológico para comprender que el versículo 10 (“y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”), bajo la luz de todo el capítulo, habla de un hecho futuro y no de una aplicación literal presente.
Con esto no pretendo decir que no nos sirva como aprendizaje actual la lectura de Apocalipsis, sino que querer aplicar el concepto de linaje real se deriva más allá del engrandecimiento: es, en realidad, un reconocimiento de la redención del Señor Jesús y, por ello, de nuestra adopción como pueblo de Dios.
Una mayor responsabilidad (Isaías 32:1)
Un contexto similar ocurre en Isaías 32. Este capítulo es un mensaje profético que también ha sido objeto de debate. Algunos estudiosos lo sitúan como una profecía para Ezequías, pero sin duda, por todas sus características, nos habla del reino venidero del Mesías. La figura de Ezequías como rey es una cristofanía (representación simbólica de Cristo en el Antiguo Testamento), dando como resultado el mismo fin: el reinado mesiánico por venir, un gobierno perfecto donde Cristo es el Rey y donde toda la naturaleza pecaminosa y caída se transforma en una nueva humanidad santa y regenerada.
Sin embargo, el versículo uno también ha sido malinterpretado y usado para la exaltación personal bajo la idea de un linaje real divino: “He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio”. Una referencia directa al Señor Jesús como Rey y… aquí la incógnita. La versión Reina Valera 1960 traduce la palabra como “príncipes”, pero ¿a qué se refiere en el hebreo original? La palabra usada es sar (Strong H8269), cuya traducción directa no solo es príncipe; también puede significar capitán, cacique o jefe. Pero el contexto del uso abarca más: camarero, gobernador, maestro u oficial. Y aquí surge la pregunta: ¿qué diferencia hay si todos son puestos de mando? La respuesta es que, en su raíz, todos implican un elemento común: el servicio.
Bajo el contexto de este capítulo, se observa la obra transformadora del evangelio en los corazones soberbios y rebeldes. La actitud altiva de hombres y mujeres es humillada con la luz de Cristo. La seguridad en el bienestar material queda relegada ante el reconocimiento de nuestro Señor, porque en ese punto la justicia y la paz divinas se imponen sobre todo lo demás. Entonces, ¿por qué usar este pasaje para legitimar un anhelo personal?
Parte del lugar que toma el hombre en este texto es el de llevar el evangelio como luz al mundo perdido, para que, por la obra del Espíritu Santo, todos reconozcan quién es el Señor (1 Juan 1:5-7), una comisión ya dada en Mateo 28:19.
Conclusión
Como hemos visto, la Palabra de Dios siempre nos guía a la confrontación de nuestra vida. Da sanidad, pero a través de un proceso gradual y siempre por obra del Espíritu Santo. No hay fórmulas mágicas; de otro modo, no aprenderíamos de nuestros errores ni apreciaríamos plenamente el valor del amor y la gracia de Dios.
El valor que tenemos para Él costó una vida: la vida de su Hijo. Sí, pertenecemos a su pueblo, somos sus hijos; pero no para una cuestión egoísta o personal. Recordemos que somos príncipes y princesas por elección divina para ser siervos. Y si el mismo Cristo renunció momentáneamente a su condición de Rey por amor, ¿por qué nosotros no habríamos de hacerlo?

